¿Cómo no te voy a querer?

Su mundo está loco.

La gente parece haberse acostumbrado a hablar de mujeres asesinadas a manos del amor de sus vidas, de memorias históricas pisoteadas sistemáticamente, de personas que ya no le temen a la lluvia porque están completamente empapadas…

Sin embargo, todo eso a él le da igual. Porque ese no es su mundo.

Su mundo es la carrera que durante tantos años ha estado estudiando y que ahora termina, lo que le llena de una extraña alegría, extraña porque la acompaña una sensación de melancolía por todo lo vivido y que a partir de ahora sólo existirá en sus recuerdos.

Su mundo son sus amigos, los de toda la vida y los más recientes, a los que ahora parece necesitar con más avidez que nunca, a ellos, a sus cafés, a sus cañas, a sus copas en las noches de este casi verano que apenas va a poder disfrutar.

Su mundo es la chica de la que está enamorado y que le ha abandonado con la excusa barata de que no quiere seguir porque cree ser demasiado poco para él. Como si ser mucho o poco fuera un requisito para poder compartir, como si se hubiera olvidado de que compartir no se trata de ser, sino de sentir.

Su mundo es su equipo de fútbol y la euforia que le producen sus victorias, las pachangas con los compañeros de la uni, las ligas en las que compite, su portería y su premio a mejor portero de la temporada.

Su mundo es la aventura que está a punto de emprender en los próximos días y que le dará, con suerte, un trabajo con el que ser alguien, aunque sea sólo de cara a la sociedad, porque en verdad, él ya es alguien para muchas personas.

Su mundo, en definitiva, está lleno de risas, de lágrimas, de fiestas, de noches de insomnio, de preguntas sin respuesta, de incertidumbre. Una locura.

Pero ya le da igual, porque por fin ha aprendido que, en el fondo, la vida es como el fútbol: a veces te la cuelan, a veces la paras, a veces ganas, a veces pierdes.

Y que lo único que importa es echarle huevos y defender la portería.

(Con cariño para J)

Publicados
Categorizadas como Historias

Por Lucía González Rodiño

Comparto reflexiones e historias que quizá no se deberían compartir. Fragmentos de locura que apaciguan minutos. Ecléctica, porque cualquier cosa es susceptible de ser transformada en palabras. Y de la nada, puedes aprender de todo.

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