Confluencias

La melodía del aire limpio tras la lluvia que se desliza por la piel. El resplandor áureo del amanecer salvador. El eco del aliento cálido de la noche en las espaldas. El ansia de unos labios por liberar palabras tranquilizadoras en medio del fragor de la batalla, batalla que se libra contra fantasmas escondidos en repliegues de la conciencia, fantasmas que creían que nunca iban a ser vencidos, sorprendidos por el sonido de las teclas de un piano acariciado por dedos invisibles, como quien acaricia las nubes, en un intento de evadirse de un mundo poblado por demonios inventados, pero creídos por muchedumbres que les otorgan vida y poder.

El agua clara de un remanso de serenidad en los huecos de la sucesión claustrofóbica de la vida, precipitándose a la muerte después de un clímax breve e intenso, tras el fuego reduciéndolo todo a cenizas, tras las lágrimas brotando de los poros de la tierra arrancada de su seno.

El color de la sangre que corre con ímpetu por vías que confluyen en puntos de vista similares, que se terminan encontrando por fin, tras tiempos agónicos de desearse.

(Imagen tomada de pixabay.com)

Por Lucía González Rodiño

Comparto reflexiones e historias que quizá no se deberían compartir. Fragmentos de locura que apaciguan minutos. Ecléctica, porque cualquier cosa es susceptible de ser transformada en palabras. Y de la nada, puedes aprender de todo.

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