Por fin.
Recibes la noticia con la consabida alegría que caracteriza a todas las mamás primerizas. Y empiezas a trazar un plan para ser la mejor madre del mundo. Sin ninguna duda lo conseguirás. Sin ninguna duda lo vas a hacer lo mejor que puedas con los recursos con los que cuentes en cada momento. Seguro que cada decisión que tomes a partir de ahora será buscando únicamente el bien de esa pequeña masa de células que ha empezado a crecer en tus entrañas. Seguro que alguna vez te equivocarás. Pero no te fustigues, eres humana.
Recuerda que tu pequeño también lo es, desde el segundo número uno en que ponga sus piececitos en este maravilloso mundo, maravilloso pero también incomprensible e injusto.
Recuerda que le tienes que proteger, sobre todo en sus primeros años. Pero recuerda que protegerle no significa pintarle un paisaje idílico. Recuerda que amarle no es evitar a toda costa que se ensucie los mofletes con su primer helado. Recuerda que cuidarle no es poner colchones en todo su territorio para que no se haga daño al caer. Recuerda que alabarle no es aplaudirle constantemente. Recuerda que adorarle no es darle todo lo que pide.
Un niño tiene que aprender desde bien pequeño que en la vida hay cosas injustas, y personas que no son tan afortunadas como él. Un niño tiene que ensuciarse. Un niño tiene que caerse y lastimarse las rodillas, y volver a levantarse. Un niño tiene que saber que también hace cosas mal, y que no pasa nada por ello, al contrario, que el error es la mejor oportunidad para aprender. Un niño tiene que saber que tener todo es imposible, y que precisamente esto nos hace valorar más y ser felices con las cosas que tenemos.
Piensa que ese pequeño ser, más pronto que tarde, será un adulto.
Y que cuando eso ocurra, va a tener que enfrentarse a un mundo real, maravilloso, sí, pero también lleno de sinrazón. Que va a caerse con los golpes que da la vida, muchas veces más duros que el suelo o el parque más pedregoso, y que va a tener que saber levantarse y continuar. Que va a tener que asumir que a veces nadie le aplauda y seguir adelante aunque sea en solitario, sin un coro de voces aduladoras. Que tener todo, es inviable.
Mejor que vaya practicando desde la edad en que aún es moldeable. Mejor empezar a construir una casa sólida desde los cimientos ¿no?
(Imagen tomada de pixabay.com)
Enhorabuena Lucía. Según mi experiencia, no existe otro guión que recibir a los hijos con amor y dedicación. Ya vienen al mundo con su propio carácter escrito en los genes. Dos libros que me ayudaron a comprender la paternidad: Tu hijo del doctor Spock y La tabla Rasa de Steven Pinker. Un abrazo.
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¡Yo no estoy embarazada, Carlos! Ni siquiera sé si quiero ser madre algún día. Simplemente he querido redactar un post expresando lo que, para mí, significa la educación de un hijo. A lo mejor he pecado de arrogante pronunciándome sobre el tema sin ser mamá, pero creo que hoy en día se sobreprotege demasiado a los peques y me apetecía expresarme.
Aún así, muchas gracias por tu comentario. Un abrazo 🙂
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Jajajaja, no sé porque me lo imaginaba. Si te cuento mi experiencia personal es porque creo que en realidad fallan todos los manuales al respecto. Un abrazo.
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