¿Qué ves?

Todo ha ido a mejor. La luz nos envuelve. Las penurias de un pasado que cada vez parece más lejano han sido definitivamente superadas. Cada vez tenemos más cosas, cada vez vivimos más cómodamente. Los coches corren más y vibran menos, las fotografías son más nítidas y la ropa más colorida. Los viajes más lejanos y las aventuras más increíbles. Tenemos miles de opciones para no aburrirnos, cientos de canales de televisión, cientos de megabytes de información y entretenimiento a golpe de click de ratón. Tenemos cientos de amigos en las redes sociales. Miles de libros almacenados en nuestros e-book. Cada vez conocemos a más personas, da igual que sea superficialmente. Hay tanto a nuestro alrededor que apenas damos abasto para saborearlo de verdad. Pero, ¿qué importa eso? Todo está de paso, todo está por hacer y descubrir. Esto es un paraíso, con miles de frutas apetitosas por probar y paladear.

Y sin embargo, tengo la sensación de que estamos prisioneros en una sociedad enferma.

La famosa crisis de valores, sí, es cierto. Porque aparejada al desarrollo económico, tecnológico y cultural de los últimos lustros ha sobrevenido una nueva era donde cada vez se presta menos atención a otras cosas más etéreas que de verdad hacen feliz al ser humano.

Veo una falta de compromiso apabullante con las causas y las relaciones, los pasajeros permanecen en el barco mientras todo va bien. Pero cuando aparecen tempestades nadie o casi nadie lucha hasta el final, y se tiran en marcha, si es necesario. En el fondo, no les culpo, ¿para qué se iban a quedar en un barco estropeado por las olas si alrededor hay miles de barcos nuevos y relucientes?

Veo mucha falta de empatía, una ineptitud total a la hora de ponerse en el lugar de los demás, se presume de tener miles de amigos, de ser cada vez más sociables, de entendernos mejor, pero en verdad me parece que esto es en muchas ocasiones válido mientras brilla el sol en el firmamento, en cuanto aparecen nubarrones (que tarde o temprano aparecen, porque nadie es igual a nadie y no se puede estar al 100% de acuerdo el 100% del tiempo) y surgen discordancias las personas se reemplazan con la misma facilidad con que se reemplaza un smartphone que nos da fallos.

Veo una competitividad mal entendida, se compite con nuestros semejantes por ver quién es el que más bienes materiales acumula, por ser el que más dinero gana, por ser el que más liga, por ser el protagonista en las tertulias, aunque sea diciendo tonterías, en definitiva, por trivialidades que no nos hacen más felices ni mejores personas. En lugar de competir y compararnos sólo con la persona que éramos ayer, para así darnos cuenta de nuestras carencias e ir mejorando poco a poco.

Veo muy poca capacidad de sacrificio en esta tarea, en la de intentar ser mejores personas poquito a poco, pero en cosas que de verdad importen. En cuidarnos mejor física y psicológicamente, en tener cada vez más cultura, en hacer bien nuestro trabajo sin caer en el ansia de querer ganar cada vez más dinero para comprar trastos que en realidad no nos hacen falta, en conocernos bien a nosotros mismos y ser nuestros mejores psicólogos.

Veo mucha falta de respeto. Entre nosotros y para con nosotros mismos.

Veo. Veo. Veo. Mientras no le pongamos remedio, nuestra sociedad cada vez estará más enferma, y nosotros, como células que le damos forma, también. Por mucho que la economía, la tecnología y todos los demás grandes avances de nuestros tiempos fluyan hacia delante, la felicidad se nos seguirá escapando como arena entre los dedos.

Y vosotr@s, ¿qué veis? Podéis dejarlo en vuestros comentarios.

(Imagen tomada de pixabay.com)

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Categorizadas como Opinión

Por Lucía González Rodiño

Comparto reflexiones e historias que quizá no se deberían compartir. Fragmentos de locura que apaciguan minutos. Ecléctica, porque cualquier cosa es susceptible de ser transformada en palabras. Y de la nada, puedes aprender de todo.

13 comentarios

  1. Gracias por ser tan sincera Lucía. Veo a mi alrededor infinitas posibilidades para explorar y aprender todo sobretodo. Y si es cierto que la sociedad es complicada, que sea otro motivo más para diseccionar su comportamiento leyendo a los grandes pensadores y escritores que la tecnología ha puesto a nuestro alcance. Me alegra haber alcanzado este preciso momento de la historia. Un abrazo.

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  2. Lo mismo que tú, y con la misma preocupación con respecto a la empatía. Y esto se ve hasta en la gente más cercana, porque no es cuestión de «afecto» o de cercanía, sino de mucho estrés y poca conciencia, en un sentido más profundo. Sinceramente, lo padezco.
    (Tu imagen es preciosa; justo la encontré hace poco para una portada en una red social, sonreí a la coincidencia 😉 )
    Un placer leerte de nuevo.

    Le gusta a 2 personas

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