Hasta ese momento, nunca había sido capaz de responder a la gran pregunta.
¿Qué es la vida?
Ni siquiera me había planteado, absorta como estaba en descifrar los significados uno por uno, que quizá la respuesta fuese una suma.
Pero una tarde de tormenta y resaca la respuesta vino sola. De repente, supe que la vida se esconde en muchos lugares, algunos ciertamente insospechados.
La vida se esconde en la pereza que te asalta todos los días a las ocho de la mañana. En el aroma del viento a esa hora tan inoportuna. En el frío que se te mete hasta el tuétano. En la graduación etíilica del gintonic de anoche. En el desconocido con el que osaste regresar a casa y que hablaba hasta por los codos. En la luna un treinta por ciento más brillante y un catorce por ciento más grande. En cada gota de sudor que resbala por tu cuerpo cuando haces ejercicio, o cuando follas, o cuando te envuelven treinta y dos grados celsius con un setenta y cinco por ciento de humedad relativa. En las miradas soñolientas y aburridas de tus compañeros de facultad, fiesta y sueños, un viernes en unas prácticas de esa asignatura absolutamente inservible. En la sal que se te pega en el cuerpo tras un baño en el mar. En esa película que te hizo reflexionar. En ese plato en el que pusiste todo tu empeño y te salió jodidamente mal. Intragable. En el cambio que te dieron de más en el supermercado. En el libro que duerme en tus brazos cuando no eres capaz de terminar el capítulo antes de caer en los brazos de Morfeo. En las canciones horrorosas que ponen en la radio. En esa que se coló entre ellas y que te encanta. En tu familia y amigos dándote la brasa con cosas que no te importan en absoluto. En tu perro meándose de alegría porque hace muchísimo que no te ve. En una nevada inesperada en Navidad, que hace que todo el mundo vuelva a creer en los Reyes Magos por un momento. En el autobús que te llevará a tu destino de vacaciones. Y en el que te trae de vuelta a la maldita rutina. En el grifo que gotea y que nadie se preocupó de arreglar. En el olor del aire y la sensación de limpieza después de la lluvia. En la programación nefasta de la televisión. En las reuniones con seres queridos que no se planifican y que se alargan de forma natural porque es lo que apetece a todos.
En la nueva página que está por escribir, y que empieza ahora mismo.
En todo lo que te rodea, te guste o no.
En ti.
(Imagen tomada de pixabay.com)