Noviembre.
Cuando empezó, no prometía grandes cosas. Parecía que iba a ser simplemente otro. El penúltimo. Aparentaba ir a ser un mes anodino y lineal.
Y, sin embargo, muchos han sido los actores que han dado vida a la película, y muchas y variadas sus escenas.
Noviembre ha sido interpretado por risas hasta llorar. Por lágrimas hasta que dolía la cabeza. Por la marquesa de Linares y miradas cómplices entre hermanos. Por el recuerdo de seres queridos que se fueron para siempre. Por preguntas y autoevaluaciones que se alargaron durante horas. Por dentaduras casi perfectas y habitadas de sonrisas esperanzadas. Por despertadores que se aplazaron perezosamente. Por mudanzas y cajones llenos de recuerdos. Por pocos días de juerga y demasiados de esfuerzo. Semanas plagadas de simulacros, de ensayos, de glaucomas, de linfomas de Hodgkin y esclerosis tuberosas. Anemias y dermatofitos. Vasculitis y artropatías.
Noviembre ha vuelto a reunir a amistades que las obligaciones separaron. En su guión también ha estado escrito el redescubrimiento de escenarios de otros tiempos. Calles llenas de gente, y autobuses cuyo horario nadie se preocupó de optimizar.
Noviembre ha tenido balas y bombas sin sentido cercenando millones de ilusiones y esperanzas. Ojos rojos de rabia ante la barbarie. Bocas que exhalan suspiros de impotencia. A veces ha tenido desesperación y pequeñez, pero sobre todo ha tenido lucha y crecimiento.
Noviembre ha traído niebla y sol. Amaneceres heladores y escarchados, seguidos de mediodías templados y apacibles. Ha venido con paseos reflexivos, y ladridos a destiempo. Su música ha sido el silbido del viento entre ramas cada vez más desnudas, y su color ha sido el color del atardecer reflejado en la blanca pared del dormitorio.
Pero todos estos actores han sido los secundarios de la película.
Porque noviembre, aunque no te lo imagines, aunque nunca llegues a saberlo, sólo ha tenido un protagonista:
Tú.
Tú, y tu supuesta timidez. Tú, y tu coche viejo y destartalado. Tú, y tu dolor disfrazado de indiferencia. Tú, y nuestros desacuerdos en temas políticos. Tú, y tus llamadas a las tres de la madrugada. Tú, y tu capacidad para jugar como un niño. Tú, y ese halo de algo misterioso e increíble que percibo en ti. Tú, y mi curiosidad por conocer tus profundidades. Tú, y lo inesperado. Tú, y lo irracional. Tú, y lo absurdo. Tú, y yo cayendo en el vacío.
Simplemente, tú.
Noviembre.
Días cada vez más pequeños. Sueños cada vez más grandes.
Ha sido enorme este Noviembre. Un beso.
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Gracias por comentar, Carlos. Abrazos
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