Siempre escuchó decir a los viejos que la juventud es una enfermedad que se cura con los años, menudo negocio inútil, pensaba, te curas de una cosa y empiezas a estar harto de todas las demás, el velo de candidez que cubría todo deja entrever tan solo devastación y soledad escondidas en chiringuitos en los que suenan canciones estridentes…
Le jodía la parálisis, los días que no pasaban, los que pasaban sin que pasase nada, las lágrimas que se atragantaban en el alma, la confusión que teñía su aparente seguridad, los besos robados a la luna, ya ves, me contaba esto porque ya no sabía qué contar, era absurdo, absurdo como las baldosas del pasillo llenas de charcos, idiota, idiota como aquel verano que nos volvió locos con sus vaivenes…
Absurdo, idiota, maravilloso.
Y otra vez se ponía el sol, y seguía sin saber qué hacer…
(Imagen tomada de pixabay.com)
La juventud no se cura Lucía, sólo sucede que algunos la extravian en alguno de los vaivenes de la existencia. Bendita incordura que nos permite ligar en frases la experiencia. Un abrazo.
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