Me gusta estar con vosotr@s, volver a hablar de las cosas viejas que nos quitaban el sueño al principio de nuestro camino conjunto, y de las nuevas que lo decoran en estos días de separación, de incertidumbre, y de nuevas caras.
Me encanta cruzar la puerta y que, después de tanto tiempo, estéis sentad@s a la mesa esperándonos al resto, escuchar vuestras risas y ocurrencias, vuestras historias. Comer cualquier cosa, y beber hasta perder la conciencia de esta realidad que a veces se me hace insoportable. Y querer entrar al baño, y que esté siempre ocupado. Los planes improvisados. La música que no deja de sonar.
Sobre todo, adoro esa sensación de que nada ha cambiado, a pesar del tiempo sin vernos, sin hablar de nada, pero sabiendo que seguimos ahí, al otro lado de la distancia.
De alguna forma siento que una parte de mí, de mi juventud, de mis sueños, se quedó con cada uno de vosotr@s, y cuando volvemos a vernos, es como si todo se uniera de nuevo, como si supiera otra vez de dónde vengo, hacia dónde voy.
Hasta la próxima, amig@s.
(Imagen tomada de pixabay.com)