Antes pensé en cuánta tristeza es capaz de albergar una habitación.
A veces imagino estas paredes hinchándose, deformándose, redondeándose, a punto de explotar, con toda la tristeza dentro. Y solo por mi culpa.
Yo a menudo soy como esas máquinas de humo de las discotecas, de los escenarios, sólo que en vez de humo, escupo tristeza, y los muros ya no saben qué hacer con ella.
A lo mejor un día este hotel revienta. “Catástrofe en Madrid”, rezará la prensa.
Y los artículos periodísticos dirán: “Al parecer, la estructura no pudo soportar la presión de tanta pena…”
Te veo con una hermosa sonrisa y una copa en las manos y resulta que se te ocurren unos textos apasionantes. Un abrazo.
Me gustaMe gusta